En una forma de desprendimiento de su proyecto Escuela de envejecer, donde Gallardo trabajó con hombres y mujeres recuperando sus vivencias, sus deseos de juventud y sus necesidades inmediatas, la artista intentó encontrar a un grupo de mujeres mayores que durante los años ochenta habían participado de la guerrilla guatemalteca. Ante la dificultad de dar con ellas, Gallardo rescató la memoria de sus vivencias a través de testimonios escritos en primera persona donde relataban las torturas y vejaciones que habían sufrido por parte de los militares durante la dictadura en su país. Perdido el rastro de aquellas mujeres pero recuperada su memoria a través de las palabras, Gallardo eligió cubrir completamente las hojas de carbonilla negra e ir escribiendo los testimonios bien cerca del piso, borroneando cada una de las letras. Ante el plano negro, los espectadores deben bajar la mirada e incomodar su propio cuerpo para leer la descripción de esos tormentos convirténdose en testigo involuntario de esas narraciones.

(Cédula de la exposición El límite, abril 2022)