Casimiro Domingo fue un artista autodidacta que comenzó a desarrollar su obra a los
cincuenta y tres años de edad. Durante los años sesenta, participó en numerosas exposiciones colectivas que ofrecían un panorama de la evolución de la pintura local. También realizó un sinnúmero de exposiciones en la Galería Lirolay, que dio un fuerte impulso a artistas cuyos trabajos fueron representativos de la pintura ingenua: obras que presentaban escenas candorosas o primitivas, producidas de manera intuitiva por artistas sin formación académica. Alejados de los programas impuestos por las vanguardias, sus trabajos propiciaron la aceptación de una práctica artística excéntrica, de motivos alegres y salvajes, populares en su ofrenda de un disfrute inmediato. Como sucede en las pinturas de Domingo, estas obras, que evidenciaban la fuerza de los mecanismos psíquicos creadores, pusieron en valor la capacidad de la fantasía y la creación artística para satisfacer la necesidad de expresión y contribuir a procesos terapéuticos.

(Cédula de la exposición Manifiesto verde, julio 2023)