Para los que amamos el arte y
creemos en la cultura como instrumento
de enriquecimiento espiritual,
poder mostrar en forma permanente la colección
de Ignacio Pirovano
es un logro en la historia cultural Argentina.
Pirovano fué un artista cabal y
un coleccionista de primera magnitud.
Supo antes que muchos descubrir
talentos que fueron después
consagrados por la crítica.
Tuvo la intuición y la posibilidad de adquirir obras
trascendentes del arte contemporáneo.
También tuvo la grandeza
y el desprendimiento de donarlas.
Este gesto no es usual entre nosotros,
en efecto, no abundan las colecciones
particulares que acceden al patrimonio público,
eso convierte esta donación
en un legado doblemente valioso.
En nombre de la Comisión de Amigos
del Museo de Arte Moderno que tengo el honor
de presidir, quiero hacer público
nuestro reconocimiento a la
Sra. Josefina Pirovano de Mihura,
fiel ejecutora de la voluntad
de su hermano Ignacio, y que con enorme
comprensión supo esperar el momento
para ver este homenaje que rendimos
en su persona, a la memoria
de ese generoso mecenas
que fué Ignacio Pirovano.
Mercedes Cornejo de Espinoza Paz
En el arte contemporáneo, el interlocutor de la obra ha llegado a ser tan importante como el propio creador. El concepto de "obra abierta", inaugurado por Umberto Eco, generó un gran espacio a la valorización de la receptividad del arte. Alguna vez habrá que escribir muchas páginas sobre aquellos interlocutores conocidos, cuya presencia fué decisiva para los fundadores del arte moderno. En nuestro medio, el Dr. Ignacio Pirovano -quién acuñó la magnífica colección que, generosamente, su hermana Josefina Pirovano de Mihura donó hace una década al Museo de Arte Moderno- perteneció a esa clase de hombre: fué un sensible y agudo interlocutor del arte de nuestro tiempo.
En mis comienzos como crítico de arte -gracias al amigo común Rafael Squirru- tuve la suerte de ser honrado con la amistad de Ignacio. Digo "suerte", porque el trato con Pirovano, estaba permanentemente cargado de señalamientos y observaciones no sólo sobre la pintura sino también sobre la cultura en general y sobre el arte y la cultura en la Argentina en particular.
Sus reflexiones y perspectivas eran producto de elaboradas meditaciones que resultaban
al cabo asombrosas u originales.
Desde el urbanismo hasta los aspectos aparentemente más aislados de la experiencia, el pensamiento de Pirovano buscaba ese visible o invisible nexo que diera cuenta o unificara la disgregación estética de la vida actual.
No es casual, en este sentido, su profunda inclinación -a partir de cierta época- por el extenso capítulo del arte contemporáneo que, con diversos nombres, forma parte de lo que se conoce como corrientes constructivas.
Sus convicciones arraigaron tanto en su persona que, siendo él mismo pintor y considerando que sus obras no estaban a la altura de la actualidad, dejó de pintar. Basta observar esta magnífica colección para percibir que, más allá de algunas obras aisladas, el conjunto presenta un coherente y significativo panorama de aquella corriente comenzada en la segunda década del siglo por la Agrupación -entre otras- De Stijl (integrada por Mondrian, Vantongerloo, etc...), por la hoy legendaria Bauhaus y luego de 1930 por lo que fué bautizado por Van Doesburg como Arte Concreto. Estos tres importantes momentos del arte contemporáneo, son el núcleo fundamental de lo que, por diversos "ismos" tendientes a la ordenación de las fuerzas plásticas sobre el plano, desarrollarán aspectos fundamentales en el campo de la investigación de las artes visuales.
En la Argentina, las Agrupaciones Arte Concreto Invención y MADI (1946), inician la tendencia constructiva que, en nuestro medio, alcanzará un desarrollo inusitado.
La amistad de Ignacio Pirovano con los integrantes de estas agrupaciones, se traducirá en un diálogo fecundo para nuestro arte pues, será un apoyo permanente para estos artistas. Por Tomás Maldonado, traba amistad con Georges Vantongerloo, el gran artista belga cuyo influjo será permanente en Ignacio Pirovano; no sólo adquiere las obras de la colección sino con verdadero desasosiego y la ayuda de Victor Magariños -otro artista a quién Ignacio apoyó de manera constante elabora el hermoso libro de Escritos del artista belga cuya edición realizó, posteriormente a su muerte, la Fundación Pirovano.
De Vantongerloo extrae Pirovano el término "arte generativo" con el que bautizará, hacia finales de la década del 50 a dos jóvenes artistas: Eduardo Mac Entyre y Miguel Angel Vidal quienes, como tantos otros jóvenes, también recibieron su influjo. Pero esta meditada toma de posición por ciertas tendencias jamás impidió a Pirovano seguir un sensible diálogo, valorizador de otras formas de arte. Prueba de ello, es la temprana percepción que tuvo del talento de Alberto Greco, la adquisición del fascinante Autorretrato de Alice y su sensible amistad con Sesostris Vitullo.
Del gran escultor argentino radicado en Francia, Pirovano fué una constante ayuda y su principal mentor en nuestro medio; por su intermedio, el Museo de Arte Moderno adquirió varias obras de Vitullo a las que se sumaron, con la donación, las cuatro obras más que había adquirido Pirovano.
Este conjunto del gran escultor constituye hoy una enorme riqueza no sólo del patrimonio del Museo sino de la Argentina. Me toca a mi anunciar con alegría y orgullo que, por fin, el Museo de Arte Moderno destina de manera permanente una sala de su sede a esta excepcional colección que honra, como corresponde, la memoria de este gran interlocutor que fué el Dr. Ignacio Pirovano.
Autor anónimo
Textos del catálogo de la exposición Colección Pirovano.