Una Década de Fragmentaciones
La propuesta de este proyecto radica en imaginar una muestra de Arte como Instalaciones, con la dedicación necesaria para despertar el enternecimiento por la vida de las ideas, de los sentidos, de la emoción, debida cuenta al entorno cercano y lejano.
En un mundo mezcla de pasados y futuros, de luces y sombras, donde lo estable se dispersa y lo ordenado aparece caótico, con la misma rapidez de los cambios de toda índole, no nos extrañe que estemos angustiados por estos tiempos de crisis o cambios -como en los siglos XV o XVII, cuando el dolor se canalizaba por las creencias del "nada debe cambiar todo debe seguir igual". Insisto, no nos sorprenda que estemos asediados permanentemente por nuevos símbolos y mitos, cuyo sentido a veces no nos es tan familiar y cuyas imágenes se combinan, porque de las mutuas relaciones entre culturas aisladas y generales se crea el verdadero marco cultural de nuestra realidad.
El Artista, como todo Hombre es un ser gregario, lo que le ayuda no sólo a definir sus parentescos sino también a clarificar sus diferencias. Así ligados Artista-Arte-Hombre, pueden trasmitir algo valioso por la senda del Arte y a mi juicio, los participantes de esta muestra son tanto los que tienen el ayer de la década como el favor del mañana. En esto involucro la relación más llana posible entre el sujeto Artista, las Bellas Artes y el Observador interesado, en un permanente intercambio de roles entre autores, mensajes y actores, que somos, los espectadores activos. Tres ejes comunicativos: el talento del diseñador, el atractivo de la obra instalada y la buena orientación de la mirada del observador. Este con la mira puesta a intensificar las raíces y articularlas con otros estímulos del exterior, igualmente energéticos que complementan lo privado con lo colectivo, para una sociabilidad comunicativa más allá de lo inmediato, palpable, visible.
La extrema rareza de los neo, post corren el mismo riesgo de sus antecesores. Los delirios de sus autores rozan otras caras del Arte, a veces rememoran ciertos esteticismos pretéritos, de cuyos puntos tangenciales emergen nuevas manieras, o neomanierismos o postconceptualismos, porque no vivimos sólo de lo pasado sino también de lo presente, con su gran significancia, y no viviremos el mañana si no aprendemos a vivir el hoy.
Los '80 fueron años de analogías de procesadores de citas, de tecnologías, de subjetividades, en fin, una década de fragmentaciones y de enlaces exentos de esteticismos estáticos por el dinamismo de las imágenes que se reflejaron como símbolos de sí mismas, con misterios a descifrar...
Todos los integrantes de esta muestra fueron entrevistados y enterados de este proyecto, que significa para mí, la transformación de ARTINF -Arte-Informa , revista de Arte- en Catálogo-Documento de muestras antológicas. Mucho lamento las ausencias de otros artistas de Buenos Aires, de los artistas del Interior del país y de dibujantes, grabadores, fotógrafos, cineastas, ceramistas, de artistas textiles y del video por sus bien reconocidos valores, porque infelizmente los espacios en nuestra ciudad no fueron pensados para tal caudal de creadores. Guillermo Kuitca, uno de los exitosos artistas, típicos de la década, cuya ausencia ha de sorprender, no figura en el catálogo sino en la muestra con un original de tapa ARTINF nº 60/61, año 1986, debido a su decisión personal de no participar en muestras colectivas. A otros artistas más jóvenes, también ausentes, les reservo con toda mi confianza "la década del '90".
La línea divisoria entre el Arte y lo Decorativo es algo borrosa. Pero esa sinuosidad de la línea se supera cuando se asigna al Arte un lugar específico: el taller de un artista, la galería de un marchand, el ámbito de un coleccionista y en especial el territorio de un museo, porque es el espacio apropiado, la premisa geométrica por excelencia para las tácticas y los discursos artísticos. Los catálogos son sus complementos y testimonios fundamentales de referencia, que no sólo documentan lo que ocurrió sino que mantienen viva la existencia de lo que aconteció en el campo del Arte.
Dejo constancia de que esta muestra es una rara quimera, un maggot como dirían los franceses, con las dificultades de todo tipo, superadas gracias a la inquebrantable persistencia de la Asociación de Amigos del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, de los Patrocinantes de ARTINF, del aporte publicitario que nos acompaña y de las autoridades municipales. Por todos ellos este proyecto, organización y puesta en escena, fueron ejecutados con la dedicación y el amor que se merece todo artista, como una aproximación a las formas memoriosas que caracterizaron la década de los años 1981 a 1990.
Silvia de Ambrosini
La Década del 80 en Buenos Aires
El criterio de selección para esta muestra fue elegir obra de los artistas que empezaron a exponer en la década que va de 1981 a 1990, o que habiendo expuesto antes -o mucho antes- hayan elaborado en estos años otra imagen que dé mayor profundidad a su obra.
La idea es trazar un panorama de una parte muy importante de lo que se vio en Buenos Aires de entonces a hoy. Silvia de Ambrosini me propuso exponer instalaciones; y esto es lo que han armado nuestros artistas invitados. Esta forma particular de ocupar un espacio tiene un hondo sentido antropológico. El artista delimita con su obra un terreno dado, estableciendo el entorno que le es propio, y el que le es ajeno. La creación deja de ser una obra que podemos describir en términos de volumen para convertirse en territorio. La instalación es una forma de arte activa y precaria, dado que en la mayoría de los casos, cuando se desarma la exposición, la obra desaparece. Esto mismo la enriquece de cierta urgencia vital.
En estos años se ha dado en todo el mundo un resurgimiento del sentido de lo regional y de lo raigal. Entre nosotros se ha dado un mirarnos para ver quiénes somos, y a qué tipo de cultura pertenecemos. Son preguntas claves. Son preguntas que se hacen los artistas, que debemos hacernos los críticos y los historiadores, y que debemos tratar de contestar con honestidad.
Buenos Aires puede pasar, y lo hace bien, por ser una ciudad cosmopolita. Es sólo un disfraz, un embeleco, que seduce a muchos, neutralizando su pensamiento. Hay porteños cosmopolitas -es decir, ciudadanos del mundo, sin arraigo específico en lugar determinado-; la ciudad misma es visceralmente criolla y mestiza.
La cultura de Buenos Aires es una cultura de barrios -barrios en los que la tecnología y lo posmoderno no son temas latentes. Sí, la preservación y el reciclaje -lo cálido y lo afectivo- o lo antagónico, entre parientes y vecinos. Dentro del almacén, del café, de la farmacia, en el kiosco, en nuestras casas, ejercemos una forma inmediata de comunicarnos con los demás, sin valernos casi de medios mecánicos. En este contexto tenemos que juzgar la obra de nuestros artistas.
Los '80 han tenido características diferentes de las décadas anteriores, tanto en la Argentina como en el resto del mundo. El rasgo más interesante quizá sea la vuelta sin vueltas a la pintura pintura... El ser artista hoy, supone tener un oficio -especialmente en nuestra América Latina donde muchas veces la falta de recursos económicos para comprar materiales convencionales se suple con ingenio, agregando a la obra de arte un nivel creativo más.
El contacto físico con la materia con la que se trabaja la obra implica otro tipo de compromiso, supone lo ritual, supone el gesto que se demora en la ejecución. Este gesto de ligazón con la materia en el hacer tiene un contenido místico.
Le agradezco a Silvia de Ambrosini que me haya invitado a trabajar con ella en este proyecto. Un proyecto que excede en mucho mi experiencia anterior de trabajo, por lo que aprecio muy especialmente su confianza. Es mucho lo que he aprendido a su lado. Agradezco a Jorge López Anaya las largas conversaciones que hemos sostenido sobre los temas que me preocupaban, relacionados con el arte y los artistas de los años '80. A Ema Saubidet le agradezco su colaboración dedicada y comprometida. He sostenido largas conversaciones con Pablo Suárez en las que el exponía su percepción desde el hacer mismo del artista, que también agradezco.
Mi interés apasionado por el arte contemporáneo tiene mucho que ver con mi gusto por el pensamiento: sin un pensamiento válido que lo alimente, no hay obra de arte.
Bibliografía
ARTINF Nros.: del 19 al 76/77
Los Años Ochenta en el Arte Argentino, por Jorge López Anaya para Arte al Día, abril de 1990.
Cómo veo la década de los '80 en Buenos Aires, por César Paternosto, Ensayo inédito, Nueva York, septiembre de 1990.
Art in the Eighties, Edward Lucie Smith, Phaidon, Oxford, 1990.
The New Image painting in the 1980s, Tony Godfrey, Abbeville Press, 1986.
La Transvanguardia Italiana, Achille Bonito Oliva, Giancarlo Politi Editore, 1980.
Alina Molinari
Textos del catálogo de la exposición Los 80 en el MAM.