Señoras y señores:
Al inaugurar esta muestra de ARTE DE SISTEMAS, creo que es preciso alterar el orden que por lo general se siguen cuando se presentan las exposiciones. Se prefiere dejar para el final, la mención de los que han colaborado para las mismas, y comenzar con el detalle del contenido y del significado de lo que se exhibe. Hoy, procederé a la inversa, pues lo que podemos valorar en los dos pisos del Museo de Arte Moderno, y sus adyacencias, se debe al magnífico esfuerzo del Centro de Arte y Comunicación, el cual, en la persona del crítico Jorge Glusberg, su director, cuenta con una organización poco común. Jorge Glusberg se ha destacado en el mínimo, pero fructífero par de años que corren, su tarea infatigable de acercamiento interdisciplinario, al servicio de un programa que me siento en la necesidad de recordar, y de hacer oír, a los que aún no lo conocen: "Los objetivos fundamentales del Centro de Arte y Comunicación tiende a propiciar, apoyar y desarrollar aquellas tareas de interés social, estudios experimentales o investigaciones en el área del arte y de la comunicación grupal, que planteen una integración interdisciplinaria, para mejorar y ampliar el escenario actual de las inquietudes humanas. Está formado por artistas, sociólogos, lógicos, matemáticos, críticos de arte y psicólogos, cuya tarea común apunta a destacar la conducta y el desarrollo de los fenómenos de comunicación masiva y la ruptura de las formas tradicionales, para permitir la apertura de nuevas formas de expresión, donde los investigadores y los artistas, intentan perfilar los intereses plásticos del hombre del siglo XX"
Estas declaraciones no deja lugar a dudas sobre la posición del grupo.
Hoy contamos con el ejemplo concreto de lo que, simplemente como principios, podría haber parecido una utopía. Como se trata de nuevos sistemas de expresión, los contempladores deben adoptar otra postura, y el vocabulario crítico, renovarse. Nos hallamos en un campo que no se puede medir con antiguos cánones. Esto no es un arte en el sentido tradicional del término, pero se mantiene la nomenclatura por lo que cada actitud conserva de estricto quehacer, al servicio de una idea previa. Tampoco suministra un tipo de experiencia estética semejante a la ya conocida.
El corte intelectual, el auxilio o la inclusión de la ciencia, de la lógica, de la teoría de la forma, de las matemáticas, están indicando que el acercamiento se efectúa por otros caminos, y los caminos enderezan a otros propósitos. Por ello, también, no cabe duda de que todo lo que aquí se presenta puede ser analizado más que disfrutado. Para discutir estas proposiciones es imprescindible estudiar el origen de cada movimiento, y no confundirlo con lo que ya se ha hecho, o con las posibles fuentes que los integrantes de la muestra se esfuerzan por superar. Es posible que cada espectador tome partido por determinada manifestación, o por ninguna, respondiendo a sus propias reservas antropológicas. La imaginación juega, como siempre, un papel importante, pero no menos la información, Ante todo, nos encontramos aquí, con un vasto gesto informativo que, desde lo conceptual a lo cibernético, no apela a un contemplador en busca de sublimaciones estéticas, sino a un testigo lúcido de problemas contemporáneos y de investigaciones que tienen mucho que ver con la metodología.
Si logramos comprender este punto de partida, ARTE DE SISTEMAS, alcanzará la repercusión que merece, pues juzgo que se trata de un gran acontecimiento internacional, que reúne cien investigadores, y que el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Buenos Aires agradece al CAYC y a su equipo técnico, que ha colaborado de manera ejemplar.
Palabras pronunciadas en la inauguración de la exposición Arte de sistemas el 19 de julio de 1971 por el director del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, profesor Guillermo Whitelow