exposición

Objeto del objeto

10 de marzo - 3 de abril, 1983

Objeto del objeto

Objeto del objeto es una propuesta de trece jóvenes artistas, que exitan su imaginación con recursos no convencionales. Juzgaron interesante introducir el azar en el planteo creativo, recibiendo cada uno por sorteo un objeto a partir del cual debían elaborar una obra.

La variedad de los puntos de partida no condicionó, sin embargo, un extravío. Cada cual se mantuvo fiel a su modalidad, haciendo ingresar en el contexto de su desarrollo plástico el objeto en cuestión. Varios de ellos optaron por lo preponderantemente pictórico. Por ejemplo Jorge Acha, a quien un hongo seco le sirve de impulso para evocar una escena infantil, tierno documento sobre la amistad, que bordea tema de la adolescencia. Rafael bueno, a su vez, exalta el aspecto kitsch de un muñeco de madera chino, y lanza por los aires una diosa risueña que podría haber existido en el repertorio de espíritus orientales. Cambre, debió partir de un fresco de tinta, un elemento fluido, líquido primigenio donde se hallan encerrados el caos y el orden. Esto suscitó en él una rápida sucesión de pinceladas en un despliegue gestual que incorpora inclusive fragmentos de la figura del mismo autor. Frangella exalta un tubo de pasta dentífrica, consagrando un elemento cotidiano merced a un gigantismo expresivo, que es su fuerte. En cuanto a Duilio, también se mantuvo fiel al desenfalo que lo caracteriza, parcializando el objeto recibido, en este caso una dentadura, al parecer de un vampiro, por las huellas de sangre. un cigarrillo se intercala entre los dientes, como un semáforo que indica peligro.

Kuropatwa, yergue la silueta de un hombre frente a la inmensidad, munido de la cuchara que le tocó en suerte, juntando las estrellas o separándolas. Bissolino, parte de una máscara diabólica. Quizá haya asociado su color con el de un ají seco, con reminiscencias de cuerno coral. Estigmas y talismanes le sugiere la máscara, y las palmas de la mano son improntas contra el sortilegio. Alfredo prior, prefirió un planteo conceptual: frente a un cenicero en forma de aljibe, elemento altamente popular, reflexiona irónicamente sobre el arte, y extrema la sátira al decir que "la pintura es algo valioso para dejarla en manos de los artistas". A Raúl Rodríguez, le tocó en suerte un frasco lleno de viruta de lápices. Como este pintor se caracteriza por su irrupción gestual, optó por abrir el frasco y derramar su contenido. Del anonimato de las virutas surgieron letras, números, signos, trazos que potencialmente fueron parte del lápiz.

Dibujo y escultura encontramos en Susana Rodríguez: su tema, un abanico que traspuso a su mundo, transformando lo frívolo en orgánico y primigénio, reuniendo así el artificio y la naturaleza. Ana Eckell, pudo dar rienda suelta a su inventiva contando con un taco de madera. Esto le ha sugerido un libro colmado de imágenes, como si fuera una matriz generadora, plasmadora de figuras hasta el infinito. Stupia muestra una vez más su talento para el arabesco al reinterpretar los cuaderno de caligrafía. Las letras y las palabras discurren y se enlazan siguiendo el hilo de una trama extremadamente delicada que se densifica progresivamente, o se vuelve tenue, transparente. En cuanto a Pereyra, que ha sido el organizador de la muestra, de una caja de pañuelos de papel, símbolo de un destino de irresponsable consumo, y de un estrato desechable, conjuró una especie de fantoche, quizás para recordar el aspecto también perecedero y desechable del hombre.

Profesor Guillermo Whitelow
Director
Museo de Arte Moderno de Buenos Aires

Buenos Aires, 10 de marzo de 1983


Texto de presentación de la exposición Objeto del objeto.
 
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