La llustre Municipalidad de Santiago agradece la gentileza y colaboración del Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Chile, que nos ha permitido traer aquí para exponer en esta ciudad, esta valiosa selección de pinturas, en el marco de la Semana Cultural de Santiago en Buenos Aires.
Más mérito aún constituye este hecho debido a que esta es la primera vez que una muestra de este Museo sale del país desde 1985.
Durante el mes de marzo, ese año, un terremoto dañó seriamente el señorial edificio del Museo, respetando, sin embargo, felizmente, sus ricas colecciones de óleos, esculturas y dibujos.
Mientras la Universidad de Chile consigue los fondos y realiza la obra de restauración del inmueble, los directivos del Museo han considerado que este patrimonio artístico no podía quedar ni un momento más oculto. Decidieron no seguir privando a la gente tanto dentro como fuera de Chile, de contemplar estas obras de arte.
Esta decisión nos honra.
JAIME RAVINET DE LA FUENTE
ALCALDE DE SANTIAGO
EL MUSEO DE ARTE CONTEMPORÁNEO
Esta selección de pinturas del Museo de Arte Contemporáneo de Santiago, fundado en 1947, da cuenta de las variables más trascendentes del arte de Chile, en el último medio siglo. Es cierto que las adquisiciones quedaron paralizadas hace una década, particularmente por el terremoto de 1985, que deterioró severamente el viejo edificio, pero las piezas que apreciamos en esta exposición permiten constatar, con sus limitantes, los grupos generacionales que han regido la pintura nuestra. De alguna manera se siguen las claves para estudiar el arte chileno, que se ha alimentado con los aportes europeos, pero con una pluralidad y búsqueda plástica bastante novedosa de su identidad, no obstante su dependencia.
Es una oportunidad única para que el público argentino goce con el patrimonio de este Museo, que pronto entrará en su etapa de reparaciones, para presentar más de un millar de obras escogidas, luego de un cierre obligado. La mayoría de estas realizaciones demuestran "la ruptura de la época colonial y la cultura europeizada del siglo XIX, dentro de una tendencia conservadora y académica". Un modernismo rebelde e independiente, que partió con Vicente Huidobro, desafiando la pureza del idioma y los valores consagrados, se consolidó con Camilo Mori (1896-1973), personalidad vigilante a los cambios, que permitió la entrada de la renovación en nuestro ambiente plástico.
La rectoría espiritual de Pablo Burchard (1875-1964), legendario profesor de la Escuela de Bellas Artes, que formó a generaciones, con los valores perdurables del intimismo, tiene una importancia decisiva, como podemos comprobar en estos muros. La magia del surrealismo y el territorio libre que abarcó, que tanto beneficio significó en la pintura chilena, se cimentó con los triunfos de Matta, vigoroso improvisador con el color, como vemos en algunos exponentes del estilo de las incongruencias soñadas. La década de los sesenta se nutre de los aportes del "informalismo" y surgen las confrontaciones estilísticas, para mostrar un grupo que se ubica en la severidad geométrica, que se aquilata en el quehacer de R. Vergara, M. Pérez y M. Carreño, de contornos agudamente acotados y vivacidad cromática.
En esta ocasión se ha querido exaltar el papel preponderante de Manuel Ortiz de Zárate (1887-1946), amigo de Modigliani y de larga residencia en París, por su carácter de pionero en los cambios pictóricos. El modelado vigoroso de Arturo Gordon (1883-1944), principal protagonista de la "generación del trece", también se toma como punto de partida de la reivindicación del costumbrismo, pero añadiendo el volumen-color, que aprendió de Cézanne. El legado de la pintura nacional, los esfuerzos que se han venido realizando por más de medio siglo, subyacen en las formulaciones más actuales, por eso, se han buscado hitos en esta exposición monográfica, para comprender mejor la historia de la transformación formal.
La pintura que se ha ejecutado en casi dos siglos, desde los albores de la Independencia, ha tenido escasa resonancia a nivel mundial y la presencia de nuestros artistas en los grandes museos es mínima. Es una realidad que debemos asumir y que comparten todos los países hispanoamericanos. Nuestros plásticos han sido tributarios de las conquistas internacionales y han participado de los movimientos renovadores con bastante retraso; sin embargo, hay honrosas excepciones a la regla. Es la razón probablemente del reconocimiento de Matta y Neruda, que ahondan en las fábulas, los mitos y el misterio de estas tierras, con un empeño que llevó a nuestro poeta a atreverse con su "Canto General".
En estas líneas queremos dejar establecido, al menos en un intento modesto, ya que se requiere de un estudio de mayor profundidad, algunas redes misteriosas que participan en las propuestas de los pintores de Chile. Advertimos que el público siente una gran curiosidad, una verdadera ansiedad, por penetrar en el código que involucra la plástica nueva. La batalla del atrevimiento formal y la opción del color libre, se ha ganado en las obras más lejanas históricamente de esta exhibición, pero el quehacer de los años ochenta no está representado en esta ocasión, por razones explicadas más arriba, pero se espera completar este acervo en el futuro para tener la oportunidad de presentarlo en Buenos Aires.
En este centro cultural están presentes los brochazos decididos de los hermanos Ortiz de Zárate, que marcan al Grupo Montparnasse de 1923 y la "generación del 28", donde se recorren las más variadas indagaciones del arte moderno. La década del cincuenta y sesenta, aparece como lo mejor representado de esta selección, en una larga lista de maestros que corrigen la lucha entre la abstracción y la figuración, para aprovechar ambas posibilidades, en beneficio de un resultado plástico superior. La selección ha sido ardua, ya que el patrimonio del Museo de Arte Contemporáneo supera las mil piezas, de autores nacionales y extranjeros.
En esta exposición se recorre de manera sumaria el acontecer pictórico nacional, que también ofrece el candor de los "hombres-niños", como Luis Herrera Guevara (1891 1945 ) , espíritu prístino y de candor inigualable, cuyas deliciosas armonías entusiasmaron al Director del Museo de Arte Moderno de Nueva York, que lo incluyó en esta colección. La deformación de lo real, la intuición nata, se advierte igualmente en Israel Roa, que también posee el privilegio de tener un cuadro en este famoso centro neoyorkino. Las ráfagas cromáticas de Sergio Montecino, resuelven con un diseño ágil el paisaje local, con evidente personalidad. Una exposición, en suma, que permite crear un puente cultural entre Santiago y Buenos Aires.
RICARDO BINDIS
Textos del catálogo de la exposición Los Buenos Aires de Santiago.