18 ESCULTURAS PARA LA CIUDAD
Con motivo de los festejos de la Semana de Buenos Aires, que culminan todos los años el 11 de noviembre, día de su patrono San Martín de Tours se expusieron en la calle Florida 18 esculturas pertenecientes a un grupo destacado de artistas argentinos actuales. Ante todo es preciso señalar que resulta sumamente significativo que haya prosperado ante la Intendencia Municipal la idea presentada por el escultor y académico Enio Iommi. Issa consiste fundamentalmente en dotar a la ciudad de buenos aires de una serie de obras escultóricas, En cuadras dentro de las corrientes contemporáneas. Nuestra ciudad cuenta, sin duda, con bellísimos monumentos, en su mayoría conmemorativos de hechos históricos o erigidos en memoria de hombres ilustres. Pero en verdad, son menos las obras que escapan a una función conmemorativa, es decir, las que se presentan "por ellas mismas" a los ojos de los transeúntes o frecuentadores de plazas, jardines o avenidas bulliciosas. Más aún, las que logran dar testimonio de un quehacer en consonancia con la sensibilidad actual. Estas, por su carácter insólito, parecerían destinadas únicamente al ámbito de los museos, donde pueden ser valoradas por un público culto. Es hora de que esto termine, y que Buenos Aires, como cualquier otra gran ciudad del mundo, ofrezca a sus habitantes la posibilidad de enfrentarse con propuestas distintas de los cánones tradicionales.
Las esculturas presentadas en la calle Florida no responden, por cierto, a la "estatuaria". Significan un enfoque distinto de la ocupación del espacio y de la articulación del entorno. El escultor francés Henri Laurens resumió muy bien el concepto básico de lo que debe entenderse por escultura. Escultura significa, esencialmente, una "toma de posesión del espacio, la construcción de un objeto por medio de huecos y volúmenes, de llenos y vacíos, su alternancia, contrastes, su tensión recíproca y constante, y como resultado final, su equilibrio" (Rev. XXeme Siécle, enero 1952). El espacio y la luz resultan dos componentes fundamentales, pero sobre todo importa cómo se considere al espacio. Durante mucho tiempo se lo retuvo homogéneo y en consecuencia, más bien como un continente capaz de acoger en sí la forma escultórica, entendida como masa-volumen. Por ello quizás, y hasta el día de hoy, algunos hayan identificado la escultura con la "estatua", y las creaciones giren más o menos en torno de esa concepción. Pero tal enfoque ha ido experimentando cambios. Como lo señala el Prof. A. M. Hammacher, director durante 17 años del Rijksmuseum Kroller Müller de Otterlo, y gran propulsor de la escultura al aire libre; el cambio del concepto escultórico se debe a la reconsideración del espacio entendido por lo general como único, tan solo depositario de la masa-volumen. En el siglo XX se opera el tránsito del espacio único a la pluralidad de espacios. El vacío ya no se considera como negativo, sino como algo sujeto a aprobación; los materiales no se reducen al mármol o al bronce; se incluyen poco a poco las variedades de los productos tecnológicos. La fragmentación del espacio único plantea por supuesto nuevos problemas, ya que las soluciones de escultores como Lipchitz, Picasso, Laurens, Pevsner o Arp sugieren diversas vivencias del mismo. La enumeración de conceptos que hacen al cambio de la concepción escultórica es larga y escapa a los propósitos de este escrito. Baste decir, siguiendo a Hammacher, que la eliminación progresiva de la masa-volumen va llevando, en el caso de Gabo y Pevsner, a exaltar la línea no descriptiva, concibiendo el espacio como ritmo-energía. La escultura comienza a expresarse no ya en masas sino en superficies, en planos, hasta llegar al punto extremo de las estructuras mínimas.
Asimismo, la materia deja de tener en algunos casos rotundez, maciza expansión, para volverse "antimateria", como en el caso de Giacometti. Estas breves anotaciones bastan para hacer vislumbrar que, si deseamos comprender el espíritu de una nueva escultura, debemos tener presente hasta qué punto un escultor actual, experimentando el problema del espacio fragmentado, es también un pintor, un arquitecto, un constructor, inclusive un experto en mecanismos, al incorporar luces (Schoeffer) o agua (Kosice). Por eso, las esculturas en la calle Florida despertaron tantos comentarios -en favor y en contra, y algunos de estos últimos no sólo provenientes del lego- y que en un primer momento pueden parecer desprovistas de interés o de encanto, o manifestar cierta agresividad, han de revelar, no cabe duda, toda su fuerza comunicativa en cuanto se instalen en distintos sitios de la ciudad, acordes con sus dimensiones, materiales e imagen. Todas ellas tienen al objeto tridimensional, buscan incorporarse como elemento vivo al entorno. No en otra forma se nos muestran las que figuran en la Ruta de la Amistad de México, ideada por Mathias Goeritz; las que pueblan las terrazas del Museo de Arte de Jerusalem; las que se incorporan a la ciudad universitaria de Caracas; las que conviven en el jardín de la Unesco, o en el parque de Middelheim de Amberes (que en 1977 ha celebrado ya su XIV Bienal). Son las que se vieron en el "Festival de los Dos Mundos" de Spoleto, distribuidas en las calles de la venerable urbe, en las últimas Bienales de Venecia y de San Pablo, las que concitaron la atención y polémica sana en la 9ª Conferencia Nacional e Internacional de Escultura que se realizó en Nueva Orleans en 1976.
Pienso que no podemos sino enorgullecernos al ver que nuestro país nada tiene que envidiar al resto del mundo en cuanto a la presentación de una nueva escultura. Ante el desconcierto de los faltos de información no sólo estética sino técnica y documental, las palabras del Secretario de Cultura de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Sr. Ricardo T. E. Freixá, resultaron lapidarias: "Entiendo que antes de descalificar el arte contemporáneo sería prudente hacer algo por entenderlo, porque en la descalificación se excluyen artistas como Henry Moore, Calder o Picasso. En la calle Florida están muchos de nuestros escultores de primera línea. Para observar esas obras hay que tener en cuenta que son objetos estructurales y no esculturas adicionales."
Guillermo Whitelow
Director
Museo de Arte Moderno de Buenos Aires
Texto del catálogo de la exposición 18 esculturas para la Ciudad.